Financiadas por el benefactor de Balmaseda, Martín Mendía y Conde
Estamos cercanos a una fecha importante en la historia de nuestra villa, el centenario de la inauguración de las Escuelas Mendía, construidas gracias a la iniciativa de este filántropo balmasedano.
Martín Mendía y Conde nació en Balmaseda el 5 de febrero de 1841, siendo el hijo primogénito de León Mendía Garrastazu y Vicenta Conde Sojo (se narra la vida imaginada de sus abuelos, Tiburcio Mendía, Paula Garrastazu, Pedro León de Conde y Francisca de Sojo en la novela histórica «Larga lucha por la libertad» Editorial Harresi-2019). A pesar de pertenecer a una familia acomodada que disponía de diversas propiedades y una posición social sólida, emigró a Ámerica, primero a Chile y después a Méjico, donde acrecentó su fortuna con el comercio y la minería.
Regresó a su villa natal dedicando sus cuantiosos recursos a modernizar las infraestructuras obsoletas con importantes aportaciones económicas. En el año 1890 fundó y dotó de recursos a una Escuela de Comercio en la que se impartían las materias necesarias para los jóvenes que después emigrarían a los países latinoamericanos. Conviene recordar que unos años antes, en 1883, se habían fundado dos colegios en Balmaseda, un convento-colegio para niñas de nueva construcción que fue regentado por las Hijas de la Cruz y el colegio-convento para niños bajo la dirección de la comunidad de los Claretianos, ambos en la plaza de Los Toros, como se la denominaba entonces y que actualmente es conocida como la plaza de Los Fueros.
Las mejoras que realizó en Balmaseda fueron muchas y de gran importancia para su desarrollo posterior. El 16 de julio de 1887, por iniciativa de otro indiano de la villa, D. Pío Bermejillo, se inauguraron las Escuelas Públicas con el fin de albergar la oferta educativa que hasta entonces se desarrollaba en los locales del ayuntamiento. Martín Mendía adquirió un terreno anexo para que sirviera de patio de recreo de los niños, que se llamó plaza de las Escuelas y es conocido actualmente como la plaza de San Juan, fundando en sus instalaciones, como hemos indicado anteriormente, la Escuela de Comercio. En 1892 aportó una importante cantidad para la construcción de un paseo a orillas del río Cadagua a su paso por la villa, colocándose la primera piedra en el año 1912, obras que finalizaron en el año 1914. En 1919 donó un terreno con un edificio que sirvió como cuartel de la Guardia Civil. Financió las necesarias obras del saneamiento con el fin de evitar las epidemias que asolaban a la población, como la de cólera de 1884-1885.
Otras obras financiadas por este balmasedano ilustre fueron: el ensanchamiento del cementerio municipal, donaciones al hospital (León Trucíos), para la iglesia de San Severino adquirió el órgano Cavaille Coll y la aportación necesaria para mantener a un organista durante varios años y muchas otras más.
En 1921 recibió la Gran Cruz de Beneficencia por sus actuaciones filantrópicas a favor de su villa natal. Al año siguiente se propuso hacer una colecta popular para erigir un monumento pero el interesado escribió a la corporación para que desistiesen de hacerlo.
El 6 de septiembre de 1924 falleció Martín Mendía en Balmaseda, en su domicilio del paseo de la Banqueta (actual paseo de La Magdalena) en la casa que después fue del industrial balmasedano Fabio Murga Acebal. Entonces se retomó el antiguo proyecto para erigir un monumento en su memoria, encargado al escultor bilbaino Higinio de Basterra. Gracias a la suscripción popular en la que participaron muchos vecinos se inauguró el 23 de octubre de 1927 en la plaza de San Severino.
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Escuelas Mendía
Una de las obras financiadas por el filántropo balmasedano, de cuya importancia trata este artículo, fue la construcción de las Escuelas Mendía, obras iniciadas en el año 1914 de la mano de su sobrino y arquitecto el sacerdote Pedro de Asúa y Mendía (1890-1936), asesinado por una partida miliciana durante la guerra civil en el monte Candina (Cantabria).
Durante la guerra civil el colegio albergó al Batallón Octubre, integrado por balmasedanos, encartados y meneses, que fue denominado el «no sale» porque tardó en participar en la contienda. Finalizada la guerra y tras un largo periodo durante el cual permaneció cerrado, volvieron a impartirse las clases docentes bajo la dirección de los Hermanos Maristas.
En esta época, comienzos del siglo XX, no se hacían inauguraciones oficiales tal como se hace en la actualidad con la presencia de autoridades, sino que los edificios se ocupaban y comenzaban a funcionar tal como relata Joseba Andoni de la Serna, información encontrada en el blog Balmaseda Txoko Gurugú:
"Se construyó el complejo educativo entre 1914 y 1919/20 y en Enero de este último año, comenzó su andadura como escuela de enseñanza; fue arquitecto del proyecto, el sobrino del señor Mendía, D. Pedro de Asúa y Mendía, el cual dirigió todo el proceso de construcción y la instalación de la maquinaria y demás elementos. Las vigas principales y parte del maderamen del tejado, procedían de la zona de Somocurcio y la piedra que compone su zócalo y los remates esquinales, procede de una cantera que se preparó en la Baluga, en la carretera que sube a la finca de el Sabugal, frente al lugar donde reside mi progenitor. Trabajaron en su construcción innumerables personas y de diferentes gremios, entre los que se cuentan como carpinteros a los señores Bueno, Martínez (Silvestre, el bisabuelo del autor de este artículo) y De la Serna (mi abuelo); que luego formaron uno de los primeros talleres de ebanistería que se instalaron en Balmaseda, junto al vallado de esta obra y justamente donde está el acceso a los garajes del complejo hotelero que hay cerca del citado colegio. Comenzó su andadura este colegio, sin haber concluido la obra y durante el primero y segundo curso, los citados carpinteros, continuaron con su remate, siendo recuerdo de mi padre de como, el suyo y mi abuelo, trabajaba durante las horas de clase en la colocación de puertas interiores y demás detalles." Joseba Andoni de la Serna
Por lo tanto, según esta información vemos que el colegio comenzó su andadura en el mes de enero de 1920 acogiendo a sus primeros alumnos, aunque la primera fotografía data, seguramente, del año siguiente, imagen que puedes ver bajo estas líneas.
Es muy probable que esta fotografía fuera realizada por el balmasedano Román Labarga que, además de fotógrafo, era practicante y comerciante de droguería con una tienda abierta al público al comienzo de la calle Correría.
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