El 26 y 27 de agosto de 1983 se produjeron las peores inundaciones conocidas en Bilbao, Valmaseda y otros pueblos asentados en las cuenca de los ríos vizcaínos.
El viernes 26 de agosto de 1983, después de una semana de intensas y continuas precipitaciones, una “gota fría” arrojó 503 litros de lluvia por metro cuadrado en 24 horas seguidas, de las 09.00 horas del viernes a las 09.00 horas del sábado. El viernes era el Día Grande de las fiestas de Bilbao quedando en unas pocas horas completamente aislada al desbordarse la ría del Nervión y haber destruido la enorme tromba de agua varios puentes. En el Arenal estaban instaladas las txosnas del recinto festivo y en un breve espacio de tiempo quedaron totalmente anegadas y arrastradas por la corriente, tanto la estructura como los equipos de sonido y los electrodoméstico para el servicio de las barras que contenían.
Así vio la tragedia la prensa de Bilbao del día 30 de agosto, en el periódico La Gaceta del Norte lo muestran con absoluta crudeza.
Los ríos vizcaínos empezaron a desbordarse de sus cauces, se cortaron las carreteras por los continuos desprendimientos de tierras, los vehículos quedaron totalmente inmovilizados, lo que provocó un colapso total de las infraestructuras. Al finalizar la emergencia y al hacer recuento de los daños ocasionados, las autoridades dieron estas cifras: 34 muertos, 500.000 millones de pesetas de pérdidas (unos 3.000 millones de euros) y 26.000 puestos de trabajo perdidos.
El mismo periódico del día 31 de agosto era mucho más explícito en sus apreciaciones.
Al día siguiente, 1 de septiembre, ya se hablaba de zona catastrófica, de las inmensas pérdidas en las infraestructuras y también en el tejido industrial vasco con la pérdida de numerosos puestos de trabajo.
Como vemos por los artículos de la prensa del día 30 y 31 de agosto y el 1 de septiembre (los días anteriores no se publicaron los periódicos por razones obvias), se declaró Zona Catastrófica y las pérdidas fueron muy cuantiosas aunque lo más lamentable fue la pérdida de 34 vidas, algunas de ellas fueron niños.
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La inundación en Valmaseda
Si esto era lo que sucedía en Bilbao y la cuenca del Nervión en la del Cadagua los daños fueron también importantes. Vemos en las siguientes fotografías el nivel del caudal del río Cadagua a su paso por Valmaseda. La presa del Matadero apenas se distinguía quedando nivelada con el resto del cauce que llegaba desde el Puente Viejo.
Se muestra en las siguientes imágenes del puente del Millonario en el que quedaron atravesados numerosos troncos de árboles y ramas arrastrados por la fuerza del agua convirtiéndolo en un gran obstáculo que obstaculizaba el discurrir de las aguas.
Desde la presa del matadero el río era una enorme balsa y el cauce superaba la altura del puente cuyos ojos estaban lleno de troncos y también enganchados en las barandillas que milagrosamente resistieron la presión, como puede apreciarse en la fotografía de la parte posterior en la que se aprecia claramente el menor nivel de agua.
Al aumentar tanto el caudal el río se desbordó hacia las calles de la villa y, aunque causó algunos destrozos en los comercios y lonjas situadas en los edificios de los márgenes del río, estos no fueron tan cuantiosos como los ocasionados en Bilbao, que llegó a cubrir una altura de tres metros en el Casco Viejo. En el puente del Celemín estuvieron muy cerca de taparse los tres ojos con que cuenta y en La Magdalena bajera el agua cubrió toda la calle cerca de la ermita.
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Ahora que estamos ante el 40 aniversario de esta tragedia, inmersos en una de las peores olas de calor de las que se tiene registro, esperemos que el cambio climático no vuelva a traernos noticias como esta, aunque se están produciendo graves inundaciones y espantosos incendios en varios puntos del planeta.
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Este reportaje y muchos otros más están incluidos en el libro Balmaseda, siglo XX. Memoria gráfica 2. La villa y su gente (Editorial Harresi, 2020), en el que se tratan los hechos más relevantes de la villa de Valmaseda en el siglo XX.